Una genial solución para un serio problema
Nicolas Appert fue el inventor de la conservación hermética de los alimentos, algo tan común en nuestros días que pudiera parecer que siempre existió, pero no, todo tuvo un inicio y fue en Francia a comienzos del siglo XIX.
Este autodidacta inventor nació en Châlons-sur-Marne (Francia) en 1750, fue chef, pastelero y destilador en París hasta 1795, fecha en la que un serio problema asolaba a los ejércitos de Napoléon: la malnutrición de las tropas mataba más soldados que el fuego enemigo, a causa de lo cual el gobierno ofreció una recompensa de 12.000 francos a quien encontrase una solución.
Appert comenzó a realizar experimentos consiguiendo en poco tiempo resultados exitosos con verduras, sopas, zumos, productos lácteos, jaleas, mermeladas y jarabes. En sus primeras versiones, usaba frascos (más tarde también serían latas) que sellaba con corcho y lacre, para después ponerlos durante un tiempo determinado en agua hirviendo.
Nuestro inventor ganó el premio y publicó sus hallazgos, la prensa de su tiempo quedó impactada y extendió su fama por todo el mundo, tal y como explica la historiadora Jessica Mitchell en su artículo 19th Century Developments in Food Preservation.
Un inventor adelantado a su tiempo
El sistema de Appert funcionaba porque, por un lado, al calentar los alimentos a una determinada temperatura se mataban las bacterias y microorganismos y, por otro, el proceso de enfriamiento creaba un sello de vacío que evitaba que entraran nuevos, pero esto, en realidad, no se supo hasta 50 años más tarde. Fue entonces cuando la investigación de Louis Pasteur puso en evidencia la relación entre los microorganismos y el deterioro de los alimentos.
Sin duda, Nicolas Appert fue un adelantado a su tiempo. Aún sin conocer los porqué dedujo correctamente tras años de experimentación que los dos factores más importantes en el enlatado eran:
- «la privación absoluta del contacto con el aire exterior»
- y la «aplicación del calor en el baño de agua».
Evolución es revolución
Dos siglos después del genial invento de Nicolas Appert seguimos evolucionando y traemos una nueva revolución: la Tapa Orbit, la primera tapa abre fácil diseñada precisamente para que todo el mundo pueda abrirla. Creada con una tecnología que reduce el esfuerzo de abrir un tarro hasta un 50-70 % menos con respecto a las tapas de rosca estándar.
Y no solo es abrir, también son mucho más fáciles de cerrar, consiguiendo que el usuario final pueda conservar sus alimentos por más tiempo en perfecto estado; esto es seguridad y ahorro.
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